sábado, 24 de agosto de 2013

Mi primera "entrada"

                                                                                                                           

Comencemos por el principio... Es decir, desde hoy 15 de abril de 2013.

 Soy madre soltera (así se dice después de un divorcio de un  matrimonio de 17 años de larga duración), maestra argentina de alma y educadora por adopción (he sido "adoptada" de este modo por el Consell de Educació de Islas Baleares, a pesar de haber trabajado durante casi veinte años como docente de escuelas primarias en mi país...). Me encanta leer, escribir de vez en cuando, ver cine del bueno, poca televisión y escuchar música "acariciante" siempre que mis hijas adolescentes me den un recreo de su música " indie y pop". Mis padres han quedado en Argentina y por supuesto, tengo el corazón dividido entre mis hijas y ellos, el deseo inmenso de reencontrarme con ellos y el deber de mantener la vida de mis hijas, donde se han criado, en Mallorca.

He decidido hacer este blog para ellas, porque las veo experimentar en la cocina, buscar recetas en Internet, hacerme preguntas con respecto a lo que hago o evadirse con indiferencia mientras esperan que algo bueno salga del "laboratorio". Más de una vez, mamá, o sea quien escribe, intenta emular a la abuela Susy o a la bisabuela Chanita, sin el éxito debido y aquellas delicias preparadas con manos experimentadas, no le saben igual y aunque las chicas le digan que "están super buenas"... sabemos que la cosa no es así. Por todo esto, deseo que la herencia transmitida de generación en generación, trascienda en el tiempo y tal vez, ellas sean quienes logren recuperar los sabores y olores de antaño. Sé, por propia experiencia, que más de una vez quiero revivir las sensaciones provocadas por aquellos platos, entonces recurro a mi libro de recetas, aquel en el que copié los secretos que la abuela le transmitió a mamá, aquel que contiene tardes de mate con las tartas de mi amiga Isa o meriendas en casa de la abuelita Abue y su mermelada de naranjas.

 Los cuadernos de recetas de cocina, son parte de nuestra vida y quiero dejarles a mis hijas, mis recuerdos culinarios en este blog, porque el cuaderno tiene ya sus hojas manchadas de aceite, con viejos pegotes de harina y cierto olor a humedad que quita las ganas de abrirlo y porque, ellas, son las reinas del ordenador y siempre van a recurrir antes al blog que al viejo y manchado cuaderno de mamá.

 Éste es mi legado en vida, con parte del sabor de mi vida para ellas, mis amadas.


" ELLAS"

Ella, la primera, la que vino sin pedir permiso. La que irrumpió en mi vida sedienta de mi ser. La que se aferraba a mí quitándome el sueño a cada requerimiento… La que vivió tormentas sin pedirlas, la que escuchó los truenos sin desearlo, la obligada. 

Ella, la que me dio su sonrisa, por la que me desviví para que fuera siempre la rosa… Ella, la que se quedaba complaciente esperando, observando cada paso, como pidiendo permiso, con esa timidez, con esa candidez, con esa delicadeza … 

Ella, como jazmín de mi jardín, etérea. Como mariposa dispuesta a posarse en cada flor, dispuesta a dejarse llevar por la brisa… Como hoja al viento, como gota de agua en lluvia de primavera… 

Ella, la que no demanda, la que hace y deshace a su antojo, la que derriba sola puertas y paredes, la que decide, la que atropella olvidando todo lo que hay a su alrededor, la que desgarra, la que habla con palabras que desarman senderos. La que remueve las malezas para hacerse camino, la que batalla, la que guerrea, la que se forja en la selva de la vida a expensas del peligro, sin miedo, en soledad… 

Ella, la que navegó por los océanos de la calma, la que sintió la seguridad de unos maderos que flotaban por la suavidad de ese mar en reposo. Ella, la que se hizo a la luz en un atardecer estival, la que exigía ante cada necesidad, la que reía, la cautivante… 

Ella, la que experimentaba, la que disfrutaba y gozaba de cada instante… La cruel déspota que dominaba al mundo con su sonrisa o con su llanto. Ella, en su inquietud permanente, en esa necesidad íntima de caminar siempre por la cuerda floja, pero pidiendo a gritos que la sostengan… Ella, el torbellino, la que me gira en cada abrazo, la que me besa, me acaricia, la que me da su calor constante, mi compañera. 

Ella, que se va y regresa a cada instante. Que elige el vuelo y la distancia, que se limita, que pide a gritos la suavidad del nido. Que no entiende de caídas, que sufre antes del sufrimiento, que teme antes del temor… 

Ellas, tan distintas, tan amadas. Ellas, que no pueden entender que el amor es compartir, es convivir, es discernir, deliberar para luego, acordar… Ellas, capaces de chocar cual planetas desafortunados, ante la mirada atónita y agonizante de una estrella que intenta iluminarlas… 

Ellas, que agreden, que se imponen entre sí, que discuten por la primacía, que reprochan el amor. Capaces de destruir los cristales en pos de lo que cada una desea y determina. Ellas, intentando despegar hacia un cielo cambiante, hacia un cielo que no sólo las acogerá entre nubes de algodón. 

Tan sólo ellas, que no entienden que en este enfrentamiento de flechas sin dirección, una paloma que no ven, es clavada en cada parte de su cuerpo y se desangra. Ellas que no notan al duende que las protege, continúan en una guerra sin sentido que sólo Dios sabe cuando acabará. 

Ellas, mis amadas…


                                                            








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